martes, 2 de junio de 2009

DIA DEL ESTUDIANTE

Tomado del Pilon "Día del Estudiante… y las deserciones"
08/06/2008

La celebración del Día del Estudiante nace en un hecho luctuoso el 8 de junio de 1954 cuando una marcha de universitarios por las calles de Bogotá conmemoraba los 25 años de la muerte del estudiante Gonzalo Bravo; episodio ocurrido en 1929 en una protesta popular, en contra de las represiones sociales del gobierno de Miguel Abadía Méndez, entre ellas la masacre de las bananeras, y también se reclamaba por los pésimos servicios públicos de la Capital.

En esa marcha pacífica de estudiantes en 1954, se le sumó la protesta en contra la dictadura militar del presidente Gustavo Rojas Pinilla, y muere el estudiante de la Universidad Nacional, Uriel Gutiérrez.

Al día siguiente, el dolor de la muerte convoca a la solidaridad popular y por las calles de Bogotá una gran marcha estudiantil lleva en hombros el cadáver de su compañero, desobedece y enfrenta a piedras a las fuerzas del orden, y éstas en su afán por dispersar la manifestación disparan sus armas y caen asesinados más de una decena de estudiantes.

Durante los siguientes años, estudiantes universitarios y de colegios de bachilleratos oficiales de las capitales del país conmemoraron estas dos efemérides: 8 de junio, día del estudiante y 9 de junio, del estudiante caído. Pero como los recuerdos dolorosos también forman parte del olvido que seremos, hoy estos hechos luctuosos se toman como una referencia histórica, que ojalá nunca se repitan.

La dialéctica de la defensa a la vida nos demuestra que no existe una razón humana que justifique la violencia. Todo hombre de verdadera visión humanista es un pacifista, y nunca antepone la emoción a la razón, ni el poder de la persuasión del diálogo a la soberbia de las armas.

Un gobernante que se precie de ser un demócrata del Estado de Derecho, debe ser diligente y responsable para buscar de manera oportuna las alternativas que superen las dificultades; no tornarse sordo e indiferente, hasta el extremo de exasperar el reclamo de las masas que terminan en actos de rebeldía y con resultados letales.

Desde hace tiempo los estudiantes ya dijeron adiós al fanatismo dogmático, al adoctrinamiento de expertos ideólogos que tomando como referente la hazaña histórica de la revolución cubana, se aprovechaban de la docilidad en la conciencia juvenil y de su estigma natural de ser generación de futuro para incitarlos a formar parte de los grupos rebeldes de las montañas que soñaban la toma del Poder por las armas para construir una sociedad de mejores oportunidades, respaldada por la justicia social.

Impulsados por estas doctrinas políticas y ante la ausencia de programas sociales de los gobiernos de turnos, muchos líderes de la academia desertaron de las aulas y empezaron trabajos de disciplina política en los barrios: unos fueron amenazados y otros para sobrevivir se refugiaron en las montañas.

Hoy existen otros tipos de deserciones, ya no piensan en irse a las montañas con el sueño utópico de formar grupos armados para derrocar el Estado; pero desertan por el desempleo de sus padres, por la carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas y por los desplazamientos ocasionados por la violencia.

Los alumnos también desertan de sus responsabilidades académicas, porque un famoso Decreto llamado 230, permite que únicamente puedan perder el año el 5% de la población estudiantil de una institución, por lo tanto se da la paradoja de que estudiantes hasta con cinco asignaturas ganen el año lectivo. Para los teóricos el Decreto es bueno porque motiva la permanencia escolar; pero para los que vivimos en la práctica docente somos testigo de la pereza y la irresponsabilidad que éste fomenta.

José Atuesta Mindiola

No hay comentarios: